Llego a Larrabetzu con tiempo y doy inicio al clásico ritual. Retiro el dorsal, intercambio unas palabras con algún conocido, me pongo el traje de faena y troto un rato. Llego a la línea de salida, en la que ya están casi todos los corredores, así que me coloco en la parte media-trasera. Gritos (aquí se saluda a grito pelado), el speaker, música a todo trapo,...todo se ve interrumpido y se forma un emotivo silencio mientras una dantzari nos baila un aurresku.
Seguidamente, a las 9:30 dan la salida a los más de 250 deportistas. Los primeros dos kilómetros son de asfalto, pero enseguida nos internamos en el bosque rodando por un entretenido camino que tiende a ganar altura y que está salpicado de alguna embarrada bajada que impide que uno pierda la concentración.
Tras un par de tachuelas que hacen que ya comience a sudar, llegamos a un llano. Me pasa un grupo de unos ocho corredores y rápidamente soy alcanzado por otra grupeta. Esta vez me engancho a ellos ya que sé que pronto tendremos un descenso, que lo hago con el freno de mano puesto.
Sin tiempo para acostumbrar a los músculos, tenemos delante una dura subida de nuevo hasta el llano. Y de aquí en unos tres minutos llegamos al primer avituallamiento, situado en la cima del Gaztelumendi, junto a un búnker que servía como nido de ametralladoras durante la Guerra Civil.
Ahora toca bajar a Larrabetzu, donde acaba esta primera parte del recorrido. Cruzo el pueblo entre los ánimos de la gente, toda una gozada. Observo que he tardado en completar estos 14 kilómetros 1 hora y 26 minutos. Voy según lo inicialmente planeado, pues no quería emplear más de una hora y media.
Pronto vuelvo donde más me gusta, a la montaña, corriendo por un tramo en ligero ascenso que está muy embarrado. En una de estas, intentando salvar una piscina de barro, caigo como un panchito en ella, así que decido pasar los siguientes tramos por el santo medio, hundiendo las zapatillas por completo en el rico barrizal.
Seguimos hacia adelante con un par de muros que se les atragantan a más de uno. Y así, comenzamos la subida al techo de la carrera, el monte Bizkargi, que al final no se hace tan dura como puede uno pensar viendo el perfil de la prueba. Casi llegando a la cima noto que los gemelos se me quieren subir, "no me fastidies que ya tengo hecho lo más difícil". Rodeamos la ermita y el monumento a los gudaris de la Guerra y tras beber un vaso de agua inicio el descenso. "A fuego" me digo a mi mismo, pero ya no tengo la frescura de antes y al de unos metros me doblo el tobillo. Sin consecuencias, pero decido no arriesgar mucho. Aún así, a alguno ya adelanto.
Pensé que me quedaba clavado |
Adelanto a un participante que se ha parado con pinchazos y a otro que se está quitando unas piedritas de las zapatillas. A este último, casualidad, le he visto hoy en una foto en el periódico mientras hacia ayer domingo la Marcha Cicloturista Bilbao-Bilbao, de más de cien km. Yo también tenía pensado hacerla, pero llegué a casa después de una buena parranda a la hora a la que se daba inicio a la marcha. Así que opté por marcharme a la cama.
Solo quedan un par de kilómetros, que los hago muy a gusto, con el único problema de los músculos, pero que no me impiden correr. Entro en el pueblo y todo son ánimos y aplausos. Da gusto correr así. Busco a maitane, que también ha venido pero no la encuentro. Finalmente se reúne conmigo y le comento mis andanzas mientras me como unos bocatas de chorizo frito y jamón en el estupendo avituallamiento de meta.
Definitivamente, una carrera que merece mucho la pena.
Hasta la próxima!! |
Crucé la meta en el puesto 163 con un tiempo de 3 horas y 49 minutos. Muy contento.
Clasificación completa AQUÍ.
Oso ona makina!! a seguir dandole duro!!!
ResponderEliminarEskerrik asko Eneko!
ResponderEliminarNos vemos crack!