Un monte para ir con críos, o simplemente para dar un paseo corto, incluso para que las rabas y el vermut de después siente mejor.
Salimos desde la iglesia del pueblo yendo por una carretera de asfalto.
Vistas hacia el Mandoia y demás montes.
Después de un ratito abandonamos la pista y tomamos un camino que nos lleva hasta la ermita de San Antolín.
Subimos la última rampa y en un di-da nos plantamos en la cima, en la que a parte de otra ermita (más deteriorada que la de abajo), también tenemos unas cuantas antenas y repetidores.
Recorrido cortito, entre ida y vuelta no son más que 6 kilómetros y 300 metros de desnivel positivo, así que aprovechamos para dar una vuelta por los alrededores antes de volver al pueblo.
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