miércoles, 16 de enero de 2013

Escalada

La verdad que la escalada no fue una disciplina que practiqué durante un periodo largo en el tiempo. El primer contacto, por así decirlo, se remonta unos diecisiete años atrás, cuando contaba con trece años, en Puentelarrá, el pueblo de mi aitite en el que me pasaba con él, mi amama y demás familia las vacaciones de verano (desde un día después en el que me daban las vacaciones en el cole hasta un día antes de empezar el nuevo curso).
Un buen día de verano, vimos un cartel en el pueblo en el que se animaba a la juventud a apuntarse a un curso de escalada que se iba a llevar a cabo.... en la pared trasera de la iglesia. Allá que fuí.

Los monitores, chavales del pueblo, se afanaron en equipar tres vías de presas y de poner a disposición de los niños y niñas como yo cuerdas y arneses. Eran ellos los que nos aseguraban.
El de la izquierda, adherido a la pared como una lapa, soy yo.

Pues de esa manera, escalando durante la semana uno o dos días, fue pasando el verano. Cuando éste tocó a su fin, mi relación con la escalada también se acabó.....por el momento.

Cinco años más tarde, con dieciocho, volví a interesarme por la escalada. En el polideportivo de Basauri montaron un rocódromo y un búlder, y viendo que me gustaba el tema, me hice con unos pies de gato, un arnés y un cacharro de esos para meter magnesio y parecer un profesional en la materia.

Solía ir con algunos amigos, que hacían las vías de primero y luego iba yo de segundo, siempre he sido un "cagao",jejeje. Todavía me acuerdo, de cuando resolví la vía que tenía un desplomado, me llevó todo un mes conseguirlo...bonitos momentos para el recuerdo.

Pronto empecé a escalar en roca, siempre acompañado por amigos como Ieltxu y Eneko, que llevaban mucho tiempo escalando en roca y se esforzaban por darme consejos y por tranquilizarme cuando hacía una vía (me ponía muy pero que muy nervioso). Las escuelas habituales donde escalábamos eran las de Atxarte y la de Liendo.

Al de poco se nos unió un nuevo miembro, ni más ni menos que mi hermano Aitor, que por entonces era un niño de trece años. El primer día le llevé al rocódromo de la mano, abrumándole con consejos, recomendaciones, precauciones a tomar,... vamos, que le dí una brasa del copón. No sé como no se dió media vuelta y volvió corriendo a casa.

El caso es que, aún me acuerdo, le dije que prestara atención, que me iba a hacer la vía del desplomado (de segundo, claro). Me caí un par de veces, y a la tercera, con mi dudoso esfuerzo y la fuerza del que me aseguraba, resolví el desplome y logré hacerme la vía. Bajé todo orgulloso pensando que Aitor creería que su hermano era una máquina de la escalada.

Lo único que me dijo fue..."quiero intentar  hacerla", y yo que me mejor en otra ocasión, que este era su primer día, que hiciera otras vías más fáciles,... Pues no, Aitor se puso el arnés y subió por el desplomado con la misma facilidad que sube las escalera de casa. Nos quedamos atónitos, y yo más contento y orgulloso de él que de todas mis dudosas super hazañas.

Incluso le llevamos algún día a Atxarte, y en la roca caliza de esas montañas también se desenvolvía con mucha soltura y facilidad.

Pero pronto se acabó mi periplo por esos mundos de los pies de gatos, cuerdas y arneses. Un día en el que le llevé a mi amigo Xabi al rocódromo para que se estrenara. Yo ya hacía mis pinitos yendo de primero, y ese día ya había hecho unas tres vías de primero y empezaba a tener los antebrazos bastante duros. En un momento dado en el que estaba subiendo, me despisté y no me chapé en un express, seguí hasta la siguiente chapa y me costaba Dios y ayuda pasar la cuerda por el express. Le dije algo a Xabi y éste pensó que ya me había chapado, por lo que empezó a tensar la cuerda. Rápidamente le pegué un grito advirtiéndole que diera cuerda, que no estaba todavía seguro.

En esos momentos ya sabía que iba a volar. Intenté en vano volver a pasar la cuerda. Pero nada. Se me resbalaron las manos y me dí un vuelo de unos ocho metros, aterrizando a 30 centímetros del suelo, con un pie colgando del arnés de Xabi y la cara llena de magnesio. Vamos, una cosa de lo más normal pensaría el bueno de Xabi. Intenté reírme para quitarle lleno al asunto, pera la verdad es que el susto nos duró un buen rato.

Xabi creo que no volvió a ponerse un arnés, mientras que yo volví a hacer algún intento, sobre todo para acompañar a mi hermano, pero finalmente me echaba atrás todavía con el miedo de aquel día en el cuerpo. Quizás algún día lo vuelvo a intentar, quizás,...

4 comentarios:

  1. Joer Arkaitz, esa foto no tiene despercidio jajaja
    un saludo

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  2. Ya te digo, iba totalmente a la moda. Camiseta Disneyland parís, pantalones de atletismo, zapatillas y calcetines blancos hasta casi la rodilla. Si es que tenía que haber sido modelo...jajajaja
    Un saludo crack!

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  3. Aupa!oso ona!que risas me he echado,que recuerdo!todavia me acuerdo de los gritos:dame cuerda,dame cuerda...pero estaba tan nervioso que tensaba la cuerda...hasta que saltaste!fue um buen salto,en plan del doble de 007!jajjaa!se me quedo in cara de susto...y luego no paramos de reirnos y mirar si alguien nos habia visto!en cuantas jaias no hemos recordado!a,no he vuelto a escalar desde aquel dia!

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    1. Aupa Xabi!! Pedazo de salto, después me llegaron ofertas de "especialista" de cine, pero decliné las ofertas,jejeeje.
      Ya lo siento el trauma que te pude crear, desde entonces cuando hay alguna trepadita entonamos eso de "aquí me quedo, ni pa´ alante ni pa´atrás".
      Un abrazo!!

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