domingo, 8 de diciembre de 2013

Nelson Mandela

No recuerdo exactamente el día en el que tuve conocimiento sobre Nelson Mandela, solo sé que fue hace muchos años. Desde aquel instante, me interesé por todo lo que hacía, y por supuesto, también por todo lo que hizo. Lamentablemente, el pasado 5 de diciembre nos dejaba este gran hombre, pero como él dijo una vez, "la muerte es algo inevitable. Cuando un hombre ha hecho lo que él considera su deber para con su pueblo y su país, puede descansar en paz." Y tanto que puede descansar en paz el bueno de "Madiba", ya que su lucha por la defensa de los derechos humanos y contra el apartheid (segregación racial) le hizo eregirse en un ejemplo a seguir y en una figura de la libertad dentro y fuera de su país. 27 años en prisión fue el injusto peaje que tuvo que pagar.

Se podrían escribir muchas cosas sobre el expresidente de Sudáfrica, pero en este blog, siendo lo que es, hablaré sobre el deporte y Mandela. Era un pacifista enamorado del boxeo, deporte que practicó durante su juventud en Johannesburgo, intrigado "por cómo se mueve el cuerpo para defenderse de sí mismo". Aunque "no era un destacado boxeador. Yo estaba en la división de los pesos pesados y no tenía el suficiente poder para compensar mi falta de velocidad ni la velocidad para compensar mi falta de poder".
Sus entrenamientos y combates le sirvieron también para reflexionar, "el boxeo es igualitario, y en el ring, rango, edad, color y riqueza son irrelevantes.". Todo lo contrario que en la prisión de Robben Island, donde los prisioneros eran segregados por raza y los negros recibían menos raciones. Asimismo, los presos políticos eran separados de los presos comunes y tenían menos privilegios. Nelson Mandela, por lo tanto, estaba en el escalafón más bajo.


A través del rugby, en 1995 y siendo presidente de Sudáfrica, utilizo el deporte para cohesionar a un país dividido gracias la Copa del Mundo de Rugby, que se celebrara en Sudáfrica, muy inestable y a punto de que estallase una guerra civil.
Para los afrikáners, los blancos sudafricanos, el rugby es una religión, y los jugadores de la selección nacional unos dioses. Los negros los odiaban, pues eran uno de los símbolos del apartheid, al igual que la bandera y el himno.

Faltando un año para el inicio del mundial, y llevando solo una semana como presidente del país, Mandela se reunió en su despacho con Francois Pienaar, capitán del los Springbooks (selección nacional) para pedirle ayuda para lograr que los negros se identificaran con la selección de rugby. También le pidió que recorrieran el país dando pequeños entrenamientos en las regiones más desfavorecidas a los niños negros de país. Pienaar recibió con agrado la petición de Mandela y convenció uno a uno a sus compañeros, todos blancos excepto Chester Williams, el único negro de aquel equipo. El mensaje caló tan hondo que el equipo un nuevo himno en lengua zulú, que era el himno que se cantó durante décadas en las manifestaciones de negros contra blancos.

Mientras tanto Mandela se encontraba con dificultades en su propio partido y con gente de su raza que bajo ningún concepto apoyarían a la selección de rugby. A pesar de las críticas, "Madiba" siguió adelante, confiando en la improbable buena actuación de la selección, pues Sudáfrica no era ni mucho menos una de las favoritas para ganar aquel mundial de 1.995. Pero el deporte es así de caprichoso y quiso ayudar a Nelson Mandela. Sudáfrica fue pasando rondas hasta llegar a la gran final disputada el 24 de junio de 1.995 en Johannesburgo contra Nueva Zelanda. Todo el país estaba entregado a su selección.

Todos coincidían en que los Springboks no tenían ninguna posibilidad de ganar a la gran favorita, Nueva Zelanda, con Jonah Lomu a la cabeza, el mejor jugador del mundo. Pero tras una prórroga ocurrió el milagro, Sudáfrica era campeona del mundo. Las imágenes que se vieron dieron la razón a Mandela, negros y blancos celebrando juntos la victoria de su selección.
Al igual que la imagen de "Madiba" vestido con el polo y la gorra de la selección mientras entregaba la copa de campeón a Pienaar, que quedará como una demostración del poder del deporte, capaz de convertir un país dividido en una nación unida en la alegría. En la entrega Mandela le dijo a Pienaar "gracias por lo que habeís hecho por nuestro país", a lo que éste contestó "esto no es nada comparado por lo que ha hecho usted por nuestro país". Esta vez, los 43 millones de sudáfricanos habían ganado liderado por Pienaar, pero sobre todo, por Nelson Mandela.


Por mi parte, recuerdo que hace unos ocho años cayó en mis manos en forma de regalo por parte de Maitane un libro biográfico sobre Nelson Mandela, que no tardé en leer más de cuatro días. Quizás este sea el momento de volver a leerlo...


1 comentario:

  1. TENGO ALGO IMPORTANTE QUE DECIRTE. TE PASO MI MAIL karra.galda@hotmail.com

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